miércoles, 12 de marzo de 2008

Y ahora yo...

10:59 de la noche... El silencio no es absoluto, la oscuridad no es absoluta, el frío si lo es.

Estaba ya a punto de acostarme cuando recordé enviar a un amigo mis viejos poemas, esos viejos sentimientos adolescentes que cuando uno llega a la adultez añora más que nunca y atesora como siempre.

(Locos tiempos vivimos hoy. Locos y desenfrenados, a veces siento que esta ciudad llega a asfixiarme)

Reviso cada uno de esos escritos, mis viejos blogs, mis amores de hace años, mis desamores de otros tantos y empiezo a pensar a qué hora llegué a acá... a qué hora todo se volvió tan confuso y dejó de importarme. A qué hora me convertí en la persona que soy hoy, quien guarda tan fácilmente su corazón en un bolsillo cuando no lo necesita.

Si eso es madurar, creo que he madurado. Sin embargo, creo que me falta algo. Siento que necesito otra vez ese espacio en donde el corazón nos invade la vida, nos llena de rabia, de risa, de llanto, de decepción y de amor, de luz, de ánimo, de tristeza, de ganas...

Tantos amores han pasado y ninguno para quedarse verdaderamente. Tantos corazones sin pena, ni gloria. Tantos recuerdos que a penas se llegan a convertir en poema, en blog o en recuerdo, así nada más, sin tanta trascendencia, sin sal ni pimienta.

Quisiera saber si lo real existe, si la lucha por encontrar "ese" alguien algún día acabará. Si somos más que cuerpo y carne que se convierte en deseo y pasa tan ligero que apenas si lo vemos.

Creo que seguirá la búsqueda y no será allá afuera. No será en la ciudad donde todo se duerme, donde las miradas son esquivas, los abrazos son indiferentes y los besos son de mentiras. Será acá adentro, acá donde todo es real, en el acá donde se siente calor, donde hay vida y muchas ganas de hacer poesía.

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