martes, 16 de octubre de 2007

D's Madre, una experiencia para todos los sentidos.

En una noche fría, de esas con llovizna y niebla típicas de Bogotá, uno se puede encontrar con un sitio que le cambiará la cara.

Un poco escondido entre la once con setenta y tres, casi llegando al Gimnasio Moderno, se encuentra uno de esos restaurantes que uno no podrá olvidar jamás: D's Madre.

Amablemente nos reciben y nos invitan a entrar. El lugar es pequeño y acogedor; al fondo una silla pegada al espejo que cuelga de la pared, es el detalle más destacado. La decoración tiene mucho rojo y dorado; hay sillas y mesas muy altas para los que simplemente quieren disfrutar un cóctel o un té y sillas bajas para quienes van a tener una cena completa. La música generalmente es Jazz, Acid Jazz y un poco de Chill Out. Suena Frank Sinatra cantando New York, New York mientras nos acomodamos en la mesa.

Todo el sitio huele a romance, huele a citas clandestinas con amantes furtivos y besos inolvidables. Uno de sus muchos martinis, sería la opción perfecta para empezar el festín de sabores, aunque yo me inclino más por los batidos que, garantizo, sólo encontrarán en este sitio.

La carta es muy variada. D’s Madre se caracteriza por ofrecer una fusión entre comida asiática y mexicana, que aunque suene un poco extraño, resulta muy agradable. Cada plato está muy bien planeado, muy bien ejecutado. Se nota el amor en la comida, en la decoración, en la elección de las vajillas.

Las entradas son más de lo que esperaba. Mi elección predilecta es el Skillet de Queso con Chorizo, un plato que combina queso fundido, tomate, cebolla, chorizo picadito, un poco de picante y tortillitas de harina para acompañar. Este es uno de los sabores que nunca se me van del paladar, que siempre evoco cuando pienso en algo delicioso. Mi novio se inclina más por los Wontons de Camarones Luchina, que también son bastante generosos tanto en sabor, como en tamaño.

Como plato fuerte yo siempre optaré por carne. Elijo un Lomo Crazy Lilly, una combinación sencilla, pero apropiada de dos trozos de lomo de res apenas cocidos, como solicito a la mesera, verduras al vapor y un puré de papa que al bañarse con la salsa de champiñones sabe sencillamente delicioso. Javi pide Kechua Chicken, un rico pollo salteado con salsa de ostras y teriyaki, puré de papa y brócoli. Lo único que le molesta es que le hubiera gustado comérselo con palitos.

En este momento mi relación con este restaurante ya se está tornando un poco sexual. Siento como todo en el ambiente se asemeja a una buena noche con el ser amado. Las emociones van aumentando y aunque siento que casi, casi todo ha sido perfecto todavía queda una sorpresa.

Le preguntamos al mesero si tienen postres y él nos explica en términos bastante gastronómicos lo que es, lo que yo en palabras más castizas llamo ¡Wontons de Banano, acompañados de Chutney de Mango y Sake con Maracuyá!. Mi relación (Sexual) con este restaurante ha cerrado con broche de oro. Siento que estoy totalmente satisfecha.

La atención de todos no pudo ser más esmerada, la música no podría ser mejor elegida, los platos tienen una dedicación y precisión que hacen sentir que fueron hechos por alguien que no quisiera hacer nada más en la vida, los olores a té, a teriyaki, a chile, a mango, a todo lo que uno quiere que huela una cocina lo transportan y lo relajan.

Salgo totalmente extasiada a seguir disfrutando de una noche bogotana en donde cualquier cosa puede pasar y puedes terminar haciendo el amor de una manera que jamás imaginaste.



Publicado también en Vive.In http://www.vive.in/restaurantes/articulos_restaurantes/octubre2007/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_VIVEIN-3769868.html