jueves, 27 de marzo de 2008

EL POPULAR PAJAZO MENTAL

El ser humano por naturaleza tiende a envidearse.
Envidear: término que utilizamos los jóvenes bogotanos para referirnos a ese estado de preocupación, duda o zozobra acerca de un tema que nos ocupa gran parte de nuestros pensamientos y nos lleva a un estado de absoluta estupidez en el que nos es casi imposible conciliar el sueño, comer, bañarnos o ver un programa de televisión completo. Eso es envidearse.
A menudo nos encontramos en situaciones en donde no sabemos qué hacer, dónde no sabemos a quien recurrir. Cuando los amigos le sacan el cuerpo, cuando uno le está cayendo a alguien, cuando ese alguien le copia, cuando no le copia, cuando uno cree que es pero no es, cuando no lo llaman de ese trabajo que uno quiere, cuando el jefe sube a recursos humanos a hablar de temas importantes, cuando la novia le dice “tenemos que hablar”, cuando el novio se le pierde, cuando la hermana pasa mucho tiempo en el baño vomitando y en muchas más situaciones empezamos a maquinar.
La cabeza comienza a hacer muchas conjeturas y a atar cabos sueltos imaginarios para determinar qué es lo que puede estar pasando. Como es normal, buscamos respuestas a las preguntas que nos están taladrando el cerebro y tratamos de dilucidar la situación de forma que quedemos satisfechos y menos intranquilos: ese, precisamente ese es el pajazo mental.
Nos encanta dárnoslos; nos encanta meternos en ese mundo mágico y fantasioso en donde todo puede pasar:
La niña esperando que su novio la llame y él no lo va a hacer porque decidió echarse una canita al aire piensa: no me llama porque debe estar ocupadito trabajando.
La mamá que encuentra a su hijo encerrado en el cuarto con su novia emitiendo quejidos: esos ruidos deben ser porque se están haciendo un masajito porque les duele la espalda y no quieren que los molesten.
El empleado cuyo jefe subió a recursos humanos, no sin antes preguntarle su antigüedad: cree que le van a dar un aumento.
Pero resulta que no, la realidad suele ser bien diferente y uno siempre termina en las mismas: vestido y alborotado, decepcionado de la vida.
¿Por qué será que estas prácticas masturbatorias pueden causarnos tanto placer? Debe ser que no nos gusta enfrentar la realidad en sus proporciones normales porque al fin y al cabo todos queremos ser felices de vez en cuando, darnos nuestros raticos de esparcimiento y creernos nuestras propias mentiras. Esto no es malo, nunca lo es. Qué más da…
Solo hay que tener un poco de cuidado en que no se nos vuelva vicio y no empecemos a tergiversar la realidad al punto de confundir los sueños con el mundo verdadero. Ahí está la ciencia.
De vez en cuando es bueno encerrarnos en nosotros mismos, hacer que lo imposible pase, hacer realidad nuestras fantasías, al fin que el cerebro no distingue entre lo que pensamos y lo que vivimos, entonces por qué no. Los invito a que lo hagan de vez en cuando, cierren su cuarto, apaguen la luz y piensen que todo es como les gustaría que fuera, siempre es bueno hacerlo y que alguno diga que no lo ha hecho…. Yo sé que no.


miércoles, 12 de marzo de 2008

Y ahora yo...

10:59 de la noche... El silencio no es absoluto, la oscuridad no es absoluta, el frío si lo es.

Estaba ya a punto de acostarme cuando recordé enviar a un amigo mis viejos poemas, esos viejos sentimientos adolescentes que cuando uno llega a la adultez añora más que nunca y atesora como siempre.

(Locos tiempos vivimos hoy. Locos y desenfrenados, a veces siento que esta ciudad llega a asfixiarme)

Reviso cada uno de esos escritos, mis viejos blogs, mis amores de hace años, mis desamores de otros tantos y empiezo a pensar a qué hora llegué a acá... a qué hora todo se volvió tan confuso y dejó de importarme. A qué hora me convertí en la persona que soy hoy, quien guarda tan fácilmente su corazón en un bolsillo cuando no lo necesita.

Si eso es madurar, creo que he madurado. Sin embargo, creo que me falta algo. Siento que necesito otra vez ese espacio en donde el corazón nos invade la vida, nos llena de rabia, de risa, de llanto, de decepción y de amor, de luz, de ánimo, de tristeza, de ganas...

Tantos amores han pasado y ninguno para quedarse verdaderamente. Tantos corazones sin pena, ni gloria. Tantos recuerdos que a penas se llegan a convertir en poema, en blog o en recuerdo, así nada más, sin tanta trascendencia, sin sal ni pimienta.

Quisiera saber si lo real existe, si la lucha por encontrar "ese" alguien algún día acabará. Si somos más que cuerpo y carne que se convierte en deseo y pasa tan ligero que apenas si lo vemos.

Creo que seguirá la búsqueda y no será allá afuera. No será en la ciudad donde todo se duerme, donde las miradas son esquivas, los abrazos son indiferentes y los besos son de mentiras. Será acá adentro, acá donde todo es real, en el acá donde se siente calor, donde hay vida y muchas ganas de hacer poesía.