martes, 30 de diciembre de 2014

Sin 14 no hay 15

Año complejo este, lleno de ansiedad de dudas, de subidas y bajadas.  En lo fácil nunca ha estado la verdadera esencia de la vida, así que creo que este año viví más que nunca.

Podría decirse que este fue el año del consumismo: con su mismo carro, con su mismo apartamento, con su mismo trabajo, etc. Y es que el cambio no fue a nivel material, sino a nivel personal. Todo lo que hubo fue una gran transformación que se dio por tres factores principales: mi relación amorosa, mi trabajo y mi especialización.

Para empezar desde lo fácil, hablemos del trabajo.  Uno puede llegar a amar tanto algo; uno puede luchar con todas sus fuerzas para que todo salga bien, sin embargo, no todo depende únicamente de las ganas. Con ese crecimiento profesional aprendí que los que eran tus amigos en algún momento, no siempre permanecerán cuando vayas avanzando y a veces, por más que quieras hacer lo mejor por los demás, puede que esas personas no siempre lo valoren en ese momento. Sin embargo, ayudarle hacer sus sueños realidad a algunos y  verlos llorar de felicidad porque nunca pensaron que algo realmente les fuera a cambiar la vida, resulta siendo el mejor premio y el mejor pago a todo ese esfuerzo. 

Luego viene la especialización. Nada puede describir esa alegría que sentía cuando los viernes en la tarde podía dejar la oficina y pasar varias horas sentada en un pupitre entregando tareas dignas de kinder. En donde aprendí más de mí misma que en toda mi vida.  Una clase andando por la 26 en bicicleta, muerta de susto, con ganas de dejar todo botado y aún así jamás dejé de pedalear hasta lograr llegar con el grupo sana y salva.  Una clase donde todo lo que soy fue  criticado y puesto en duda, hasta entender que debía hacer grandes cambios en mi vida pues no estaba dando las señales correctas. Miles de trabajos en donde me reí con todas las personas maravillosas que conocí durante esta experiencia. Y como cereza del pastel:  un viaje a Silicon Valley que me revolvió la vida, que me hizo inmensamente feliz y que se convirtió en un hito en mi historia. 

Si viajar siempre es abrir los ojos, ese viaje fue encontrar mi centro.  Aprendí que había que arriesgarse, que hay lugares en donde tus fracasos son celebrados y se alienta a las personas a volver a intentarlo pese a todo.  Luego de 5 maravillosos días en San Francisco, con la mente y las ideas recargadas, estar en Los Ángeles, ese lugar donde los sueños se hacen realidad y Las Vegas, en donde hicieron de un desierto un paraíso, fue una experiencia de verdad vivificante. 

Y a través de todo esto, estuvo mi relación. Enfrentarse con tantos silencios con alguien tan radicalmente distinto a mí fue todo un reto.  Subir, bajar y no saber qué esperar de esa persona, gigante desafío para mí que solía tenerlo todo entendido y programado.  En un momento uno se revienta y, después de haber luchado por hacer lo mejor, entendí que lo mejor era rendirme. 

Y como no se crece sin dolor, comprendí que debía nuevamente transformarme a mí misma para poder estar bien con alguien.  Jamás dejaré de agradecerle a esa persona estar en este momento de mi vida porque sin él no creo que habría sido tan claro.  La vida te pone las circunstancias y las personas precisas que necesitas para aprender lo que debes en cada momento.

Este año cometí grandes errores y grandes aciertos, lo que significa vivir.  Nuevamente me voy con un  las páginas del año rayadas y súper rayadas.  Traté de hacer lo mejor en cada momento, pero de alguna manera me equivocaba y por eso estoy feliz.  Porque para llegar al otro lado muchas veces tienes que atravesar diferentes caminos, devolverte, perderte y aprender a andar.  

Sí, este año se llama "transformación". Aprender a perder, aprender a ganar, aprender a estar con alguien y aprender a dejarlo ir. En este momento tan definitivo de mi vida agradezco todo lo que he vivido. Sé que adelante vienen más retos, más caídas y estoy preparada para todo.  Tengo mis colchones: mis amigos y mi familia que siempre han estado ahí para recibirme, que me cuidan y que jamás me han abandonado.

Pero, sobre todo, tengo una nueva visión de mí misma.  Amo más que nunca mi imperfección y sé que solo intento hacer lo mejor.  Ahora sé que soy mi mejor compañía, mi mejor amiga y mi mejor recurso.  

Y como sin 14 no hay 15, solo puedo decirle al 2014 Gracias! Muchas, muchas, muchas gracias!