jueves, 14 de febrero de 2013

5 años después...

Hace exactamente 5 años en menos de tres días mi vida cambió radicalmente. Hace 5 años, sin red, sin paracaídas  sin sistema de emergencia; sin nada más que las ganas de salir adelante, salté al vacío, agarrándome solamente de la mano de mi mamá y de la fe que hasta hoy me ha mantenido volando, cada vez más alto.

Ha sido un viaje maravilloso que me ha retado cada día, que me ha hecho ser mejor, en el que me he encontrado obstáculos, pero fuerzas misteriosas siempre me han mantenido en el aire.

Luego de todo este tiempo, mi nivel de agradecimiento, de tranquilidad, de amor por la vida crecen y crecen cada día.

Sin embargo, el descubrimiento más importante no vino a través de mi experiencia, sino de la de mis padres.

Luego de incesables peleas, de muchos momentos tristes y múltiples diferencias irreconciliables, decidí que ya no podía seguir viviendo con ellos, que, por la tranquilidad de todos, mi mamá y yo debíamos irnos. Y nos fuimos... Y bien lejos.

Sin quererlo, ese día, mis papás iniciaron un viaje.  Al principio los embargó la duda, la soledad, la tristeza, la rabia, la desesperación.  Se sintieron a la deriva ¡obvio!, después de treinta años juntos, la vida se les complicó estando solos.   Pero, poco a poco se fueron despojando de sus prejuicios, de sus dudas, fueron descubriendo sus propios gustos, estableciendo sus propios retos, entendiendo sus propias limitaciones: empezaron a ser ellos mismos.

Hoy, después de todo este tiempo, resulta que son más jóvenes que cuando estaban juntos.  Su camino de descubrimiento espiritual ha trascendido y hoy en día por fin son completamente plenos y felices, por fin se les ve alegres, radiantes, llenos de vida y de sueños.

Mi padre, con quien siempre la relación fue más compleja, hoy en día es mi amigo y mi guía.  La distancia aligeró las cargas y ahora, sin responsabilidades, ni dependencias, podemos sentarnos largas horas a conversar sobre los retos que tenemos, sobre la cotidianidad, sobre la vida, sobre las cosas más pesadas y las cosas más ligeras. Él, a sus sesenta y ocho años, está más lleno de sueños que los que tuvo toda su vida y, lo mejor de todo, es que los está haciendo realidad.

Asimismo, mi mamá, una mujer fantástica, cuya luz fue disminuida  por tantos años, ha renacido de una forma maravillosa, iniciando también sus propios planes como mujer y como individuo. Sin la responsabilidad de criar a los hijos, de cuidar a su esposo o hacer la comida, ha vuelto a ser una universitaria, la figura maternal de sus clases y el orgullo de todos los que la conocemos.  Ahora se le ve más linda, más arreglada, más segura de lo que es. Como siempre explota su poder femenino de hacer mil cosas a la vez, trabajando, estudiando, trasnochando haciendo sus trabajos y aún tiene tiempo para irse a bailar con sus amigas.  Como dije siempre, es una súper mujer, pero ahora más que nunca.

Estos cinco años, en los que empecé viviendo lejos, muy lejos y poco a poco volví a la civilización luego de dos mudanzas que se armaron en tiempos maratónicos; luego de un montón de cargos ocupados; luego de saber lo que es iniciar un nuevo hogar y tener que comprarlo todo, desde las ollas y las cucharas en adelante, luego de enamorarme locamente de los aviones, de haber conocido las personas que más me han hecho crecer profesionalmente, de dejar amigos atrás y haber conocido algunos que sé que son de por vida; de amar cada vez más a mi familia.... Luego de todo esto, lo que más he aprendido en estos cinco años es que no importa la edad, no importa el momento  no importa que te caigas, no importa si crees que lo perdiste todo: siempre, siempre, siempre se puede seguir adelante.

Mis papás han sido siempre, y seguirán siendo, mi mayor lección de vida y no puedo estar más agradecida porque todos los días me han enseñado algo.  Porque no podría haber pedido unos mejores.

Papi y mami: espero seguir su ejemplo y su legado. Espero estar siempre a la altura de todo lo que me han enseñado.  Espero llegar a la edad de ustedes con al menos la mitad de la berraquera que tienen, con la salud intacta y con la sabiduría y el sentido del humor en alza. Gracias porque echarme a volar no ha sido fácil, pero ver esas sonrisas que están fijas siempre en cada uno de ustedes, es el mayor pago que tengo al esfuerzo, a la dedicación y al trabajo que he realizado. ¡Verlos felices, es y será siempre mi mayor recompensa!. Mario y Gladys:  Los admiro y los amo.